La Trocha: Historia de una Travesía

Me gustaría dar las gracias a todas las delegaciones por distinguirnos con su valiosa participación en este homenaje.
Hoy recordamos una historia desconocida para la mayoría de los panameños, pero siempre presente en la memoria de chiricanos y bocatoreños: una aventura llena de sacrificios, de esfuerzo y de fe en lo imposible.
Los orígenes del sueño
Desde principios del siglo XX, ya se utilizaban diversas rutas para comunicar las provincias de Chiriquí y Bocas del Toro. La más transitada era la ruta 3 de noviembre, que iniciaba en el poblado de Caldera y atravesaba la serranía hasta llegar a Chiriquí Grande.
El ciudadano de origen alemán Juan Landau fue uno de los primeros en soñar con abrir una vía terrestre que uniera permanentemente a ambas provincias. Ese sueño parecía lejano, pero en 1975 un grupo de visionarios decidió hacerlo realidad.
El inicio de la expedición
El 12 de julio de 1975, un grupo de 34 voluntarios, agrupados en la Sociedad de Amigos de la Naturaleza, emprendió una aventura histórica: realizar, por primera vez, la travesía de un vehículo a motor desde Caldera hasta Chiriquí Grande, a través de la inhóspita trocha de montaña.
El vehículo elegido fue un Toyota Land Cruiser, ofrecido por el ingeniero Luis A. Ríos y conocido desde entonces como el “Trochero”. El auto fue preparado por Ricardo Pérez García, fundador de Ricardo Pérez, S.A., con el apoyo de su empresa y del jefe de mecánica Dióscoro Brugiatti, quien aseguró el mantenimiento durante la expedición.
La travesía inició en Quebrada Seca, a 17 km de Caldera, donde se reunieron expedicionarios, amigos y colaboradores. Desde allí, el vehículo comenzó a internarse hacia la Sierra de Salamanca, abriéndose paso entre la montaña.
Abrir camino en lo imposible
El camino era virgen: no existía nada, había que hacerlo todo. Con palas, picos y machetes, los trocheros construían pasos y puentes improvisados.
El profesor Eberto Anguizola recordaría:
“Desde que entramos en este camino no había nada, había que hacerlo todo, con herramientas sencillas, sin dinamita, construyendo puentes cuando las piedras eran muy grandes y siempre con mucho trabajo.”
El doctor Franklin Anguizola también rememoró que los primeros días fueron lentos, pero la fe y la unión del grupo lograron que pronto se trabajara como un solo cuerpo.
El Truchero cruzó ríos como Casita de Piedra, subió hasta los Altos de La Cruz y recibió suministros de víveres y combustible, transportados a lomo de caballo por campesinos solidarios de la región.
El papel de la comunidad
La expedición no hubiese sido posible sin el apoyo del pueblo.
Hombres y mujeres colaboraron con alimentos, medicinas, combustible y hasta con caballos para llevar los suministros montaña arriba.
El señor Roberto Araúz relató cómo cada día salían desde David para llevar provisiones hasta el Paso de Soledad, donde el campesino Roberto Carracedo con sus caballos se encargaba de llevarlas hasta los expedicionarios.
La señora Hercilia “Cheva” Samudio, vecina de Caldera, tuvo un papel heroico. Madrugaba a las 3 de la mañana para cocinar, lavar y preparar bebidas que luego eran enviadas a los trocheros. Además, subía a la montaña a ayudar en el camino, convirtiéndose en símbolo de la entrega femenina en esta epopeya.
La cima de la cordillera
El 24 de julio de 1975, día de Simón Bolívar, la expedición alcanzó la cima de la Cordillera de Talamanca. Allí realizaron una ceremonia patriótica e izaron la bandera panameña junto al Toyota Truchero.
El periodista Ramón Guerra transmitió el momento por Radio Chiriquí, permitiendo que chiricanos y bocatoreños siguieran cada detalle de la travesía como si vivieran una epopeya nacional.
El descenso hacia el Atlántico
La parte más peligrosa aún estaba por llegar. Durante el descenso hacia tierras bocatoreñas, el Truchero estuvo a punto de caer a un precipicio, pero un cable de acero evitó la tragedia.
En el campamento de Buenavista, la doctora Gloria de Anguizola llevó medicamentos, vitaminas y combustible, permitiendo que la expedición superara enfermedades, resfriados y el agotamiento extremo.
Finalmente, tras cruzar nueve cauces del río Guabo y recorrer selvas y lomas fangosas, el 14 de agosto de 1975 el Toyota Truchero y sus expedicionarios llegaron a Chiriquí Grande, recibidos con lágrimas, aplausos y muestras de afecto.
Un legado para Panamá
La travesía duró 33 días. Fue una odisea de lodo, lluvia, hambre y fatiga, pero también de solidaridad y hermandad.
El ingeniero Carlos A. Landau lo resumió así:
“Ese gran esfuerzo nos tomó 33 días y gracias al aporte de todos los trocheros se pudo llegar con éxito al Atlántico. No hay duda que pasamos momentos muy difíciles, pero de ahí surgió una hermandad que unió al pueblo chiricano y al bocatoreño y generó la fuerza suficiente para que el gobierno construyera la carretera Chiriquí–Bocas del Toro que hoy tenemos.”
Cada trochero conserva en lo más íntimo de su ser lo que significó esta travesía patriótica. Una aventura llena de riesgos y sacrificios que rindió frutos para el país.
La Trocha: historia de una travesía.
Una conquista de la voluntad, una unión de pueblos, una epopeya nacional.